La persecución religiosa en la Diócesis de Barbastro-Monzón.
(1931-1941)
(Dos tomos)
Biblioteca Brauliana, Serie Maior.




nota del autor
Cuando en este libro se cita la palabra «mártir», el autor no pretende adelantarse al juicio definitivo del Ministerio de la Iglesia Católica, a la que corresponde emitir su veredicto sobre el carácter martirial o no de los que murieron en estos años de 1936 a 1938. Hablamos de «mártires» en el sentido popular, como siempre se ha considerado a alguno de ellos.
Con propiedad se utiliza únicamente en los casos en los que la Iglesia lo ha declarado, de los que ya contamos un buen número. En este caso, procuraos mencionar que estos mártires ya han sido beatificados.
sinopsis
«En la homilía de beatificación de 71 religiosos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y 51 religiosos misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, beatificados en Roma, el 25 de octubre de 1992 dijo el beato Juan Pablo II:
«¿Podemos dudad de la semilla de este martirio? Así parecen creer -bajo diversas formas- las fuerzas que tratan de desarraigar la semen christianorum de las almas humanas, nosotros no podemos olvidar las fuerzas del Evangelio.
La palabra de Dios echa siempre nuevas raíces. Sobre estas raíces debemos crecer «Para anunciar íntegro el mensaje», de modo que lo oigan todos los gentiles»
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Escucha un fragmento de "La persecución religiosa en la Diócesis de Barbastro-Monzón".
editorial
Fundación Teresa de Jesús.
coeditores
Obispado Barbastro-Monzón.
año
2011
precio
30€
isbn
978-84-936734-3-7
nº de páginas
Tomo 1: Pag. Tomo 2: Pg.
reseñas
Juan Ramón ROYO GARCÍA, Archivo Diocesano de Zaragoza.
El arzobispo emérito de Mérida-Badajoz Antonio Montero, en su obra clásica sobre la historia de la persecución religiosa en España, dedicó hace más de cincuenta años– uno de los capítulos a «Barbastro, capital trágica de Aragón» (pp. 209-223). La eliminación casi total del presbiterio diocesano (87,8 %) y también de los religiosos (Claretianos, Benedictinos y Escolapios) justificaba dicho apelativo. La segunda diócesis con mayor porcentaje de víctimas sacerdotales fue Lérida (65,8%), buena parte de las cuales fueron ejecutadas en su territorio aragonés, incorporado a Barbastro en 1995 y 1998, pasando a denominarse la diócesis Barbastro-Monzón. En dicho territorio ilerdense hay que incluir los pueblos que pertenecieron a Urgel que pasaron a Lérida en 1956. Todo ello significa un importante números de víctimas, de las cuales muy pocas han sido declaradas mártires por la Iglesia: los Claretianos y Benedictinos, los Escolapios de Peralta, el obispo, el párroco de Noales (que pertenecía a Urgel) y los «curetas» de Monzón (que dependían de Lérida) y el gitano Ceferino Peralta, «el Pelé». El trabajo arduo de estudiar la cuestión ha sido afrontado por el historiador Martín Ibarra Benlloch, presidente de la ComisiónHistórica para las Causas de beatificación de la diócesis de Barbastro-Monzón. Durante siete años recopiló un abundante material gráfico y documental que ha hecho que la obra se editase en dos volúmenes, divididos en cuatro partes y veintiséis capítulos. La primera parte (cc. 1-9) se centra en la II República. Muestra como la persecución religiosa comenzó ya en 1931, acentuándose a partir de la primavera de 1936 y que tuvo dimensiones no sólo físicas sino también económicas, educativas y culturales, a pesar de lo cual la vida sacramental seguía viva. La segunda parte (cc. 10-15) analiza el proceso revolucionario y los martirios producidos entre julio y septiembre en Barbastro, el Somontano, Sobrarbe y zonas dependientes de Lérida (Ribagorza, La Litera, Cinca Medio, Bajo Cinca). Continúa en el segundo tomo con los acontecimientos hasta abril de 1938(cc. 16-20). La tercera parte (cc. 21-26) estudia la destrucción del patrimonio religioso –el «martirio de las cosas»–, la práctica religiosa clandestina «como los primeros cristianos», la suerte de los que pudieron sobrevivir, la reorganización de la diócesis al término de la guerra y la memoria y recuerdo de los mártires por la Iglesia. La cuarta parte, a modo de apéndice, recoge la cronología de los asesinatos y martirios que se narran en la obra, el listado de sacerdotes y parroquias y los correspondientes índices onomástico y toponímico. Estamos, pues, ante una obra muy documentada y rigurosa, que ha merecido una generosa respuesta de los lectores, que ha motivado una segunda edición de la misma, algo que no es habitual en este tipo de monografías. Martín Ibarra está llamado a convertirse en un auténtico especialista del tema, promotor además de otras iniciativas, pues ha organizado ya dos Jornadas Martiriales en la ciudad del Vero, en la última de las cuales, en abril de este año, ha presentado una continuación de esta obra, el primer tomo de su Diccionario de la diócesis de Barbastro-Monzón(1931-1936).